E
l visitante que se acerca al famoso castillo de Loarre, en Aragón, no sólo se deja seducir por las antiguas murallas de la fortaleza medieval, conocida por ser una de las mejor conservadas de España, sino que queda inevitablemente impresionado por la belleza del paisaje que se presenta ante sus ojos. La mirada abarca toda la vasta Hoya de Huesca, una fértil cuenca en la que brillan múltiples pantanos y que está salpicada de pequeñas colinas con formas afiladas. Entre ellas, la de Bolea llama primero la atención por su acrópolis, coronada por la masa de una imponente colegiata. Mas continuando hacia la derecha, destaca la característica silueta de San Miguel, donde desemboca el desfiladero del río Gállego. Esta pequeña montaña, con sus dos picos gemelos (conocidos localmente como Las Tetas
) está remarcada en su base por las casas blancas de Ayerbe, la auténtica puerta de entrada a La Hoya, el lugar donde mueren las últimas estribaciones de la sierra central altoaragonesa.
Marc Lugand
es un arqueólogo francés nacido en Sète (Occitania) en 1959. Autor de
numerosos artículos especializados sobre historia, así como varios libros divulgativos destinados al gran público. Durante su larga carrera profesional ha sido director de varias excavaciones, conservador de museos gerente cultural en el departamento de Hérault (Francia). El paso a la jubilación le ha permitido dedicar más tiempo a una de sus grandes pasiones : la historia medieval. En 1981 visitó por primera vez Ayerbe con la que más tarde se convertiría en su pareja, quien conserva fuertes lazos familiares en la localidad. Desde entonces ha regresado puntualmente cada año para ir desvelando las abundantes riquezas patrimoniales de la villa y su territorio. El libro que ahora se presente es, en cierto modo, el resultado de este largo proceso de asimilación
